Pro el hombre era cobarde. En cuanto sintió el primer pinchazo, dijo:
-¿Qué parte del león estas dibujando?
- La cola – dijo el tatuador
- Deja la cola – exclamo el hombre -; haz otra parte.
El artista hizo lo que le pedían. Pero el hombre volvió a soltar un grito de dolor.
Y esto se repitió una y otra vez, hasta que el artista tatuador le dijo que le resultaba imposible dibujar el tatuaje de un león si no le dejaban dibujar ninguna de sus partes.
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