viernes, 28 de septiembre de 2012

ENTREVISTA A UN MEDICO TIBETANO

ENTREVISTA A UN MEDICO TIBETANO

--Cuando un paciente viene a su consulta, ¿cómo descubre cuál es su enfermedad?
--Mirando cómo se mueve, su postura, la forma de mirar. No hace falta que me hable ni me explique qué le pasa. Un doctor de med
icina tibetana experimentado, solo con que el paciente se le acerque a unos 10 metros, puede saber qué dolencia sufre.

--Pero también escucha los pulsos.
--Así obtengo la información que necesito de la salud del enfermo. Con la lectura del ritmo de los pulsos se pueden diagnosticar un 95% de las enfermedades, incluso psicológicas. La información que dan es rigurosa como la de un ordenador. Pero leerlos requiere mucha experiencia.

--Y después, ¿cómo cura?
--Con las manos, la mirada, y preparados de plantas y minerales.

--Según la medicina tibetana, ¿cuál es el origen de las enfermedades?
--Nuestra ignorancia.

--Pues perdone la mía, pero, ¿qué entiende usted por ignorancia?
--No saber que no sabes. No ver con claridad. Cuando ves con claridad, no tienes que pensar. Cuando no ves claramente, pones en marcha el pensamiento. Y cuanto más pensamos, más ignorantes somos y más confusión creamos.

--¿Cómo puedo serlo menos?
--Le daré un método muy simple: practicando la compasión. Es la manera más fácil de reducir tus pensamientos. Y el amor. Si quieres a una persona de verdad, es decir, si no la quieres solo para ti, aumenta tu compasión.

--¿Qué problemas ve en Occidente?
--El miedo. El miedo es el asesino del corazón humano.

--¿Por qué?
--Porque con miedo es imposible ser feliz, y hacer felices a los otros.

--¿Cómo afrontar el miedo?
--Con aceptación. El miedo es resistencia a lo desconocido.

--Y como médico, ¿en qué parte del cuerpo ve más problemas?
--En la columna, en la parte baja de la columna: os sentáis demasiado tiempo en la misma postura. Vitalmente, tenéis demasiada rigidez.

--Tenemos muchos problemas.
--Creemos que tenemos muchos problemas, pero en realidad nuestro problema es que no los tenemos.

--¿Qué quiere decir?
--Que nos hemos acostumbrado a un nivel de necesidades básicas cubiertas, de modo que cualquier pequeña contrariedad nos parece un problema. Entonces, activamos la mente y empezamos a darle vueltas y más vueltas sin solucionarlo.

--¿Alguna recomendación?
--Si el problema tiene solución, ya no es un problema. Si no, tampoco.

--¿Y para el estrés?
--Para evitarlo, lo mejor es estar loco.

--¿...?
--Es una broma. No, no tan broma. Me refiero a ser o parecer normal por fuera, y por dentro estar loco: es la mejor manera de vivir.

--¿Qué relación tiene usted con su mente?
--Soy una persona normal, o sea que a menudo pienso. Pero tengo entrenada la mente. Eso quiere decir que no sigo a mis pensamientos. Ellos vienen, pero no afectan ni a mi mente ni a mi corazón.

--Usted se ríe a menudo.
--Cuando alguien ríe, nos abre su corazón. Si no abres tu corazón, es imposible tener sentido del humor. Cuando reímos, todo es claro. Es el lenguaje más poderoso: nos conecta a unos con otros directamente.

--También acaba de editar un CD de Mantras con una base electrónica, para el público occidental.
--La música, los Mantras y la energía del cuerpo son lo mismo. Como la risa, la música es un gran canal para conectar con el otro. A través de ella, podemos abrirnos y transformarnos: así la usamos en nuestra tradición.

--¿Qué le gustaría ser de mayor?
--Me gustaría estar preparado para la muerte.

--¿Y nada más?
--El resto no importa. La muerte es lo más importante de la vida. Creo que ya estoy preparado. Pero antes de la muerte, debemos ocuparnos de la vida. Cada momento es único. Si damos sentido a nuestra vida, llegaremos a la muerte con paz interior.

--Aquí vivimos de espaldas a la muerte.
--Mantenéis la muerte en secreto. Hasta que llegará un día de vuestra vida en que ya no será un secreto: no os podréis esconder.

--Y la vida, ¿qué sentido tiene?
--La vida tiene sentido, y no. Depende de quién seas. Si realmente vives tu vida, entonces la vida tiene sentido. Todos tenemos vida, pero no todo el mundo la vive. Todos tenemos derecho a ser felices, pero tenemos que ejercer ese derecho. Si no, la vida no tiene sentido.



jueves, 27 de septiembre de 2012

Tú llevas todos los ingredientes.

“Tú llevas todos los ingredientes
para convertir tu vida en una pesadilla,
no los mezcles!

Tú tienes toda la genialidad
para montar una fiesta en tu patio para Dios.
Lo cual suena
tremendamente más divertido.

Tú llevas todos los ingredientes
para convertir tu existencia en gozo,
mézclalos, mézclalos!”


Hafiz




martes, 25 de septiembre de 2012

CRISALIDAS

 CRISALIDAS


Un día un hombre encontró el capullo de una mariposa. Lo llevó a casa para que pudiera observarlo cuando saliera la mariposa. Poco después, un día, apareció una pequeña abertura. Se sentó y observaba la mariposa durante varias horas mientra...s la mariposa se esforzaba para hacer salir su cuerpo a través de ese pequeño agujero. Entonces, parecía que su progreso había sido detenido. Parecía que había salido tanto como iba a ser capaz de salir por sus propias fuerzas y no podía más. Parecía haberse atascado.

De modo que el hombre, por su propia bondad y amabilidad cogió unas tijeras y cortó el trozo que le quedaba al capullo. En ese momento la mariposa salió sin esfuerzos y con facilidad. Pero tenía el cuerpo hinchado, y las alas pequeñas y marchitas.

El hombre seguía observando la mariposa porque esperaba que en cualquier momento las alas se aumentaran y se extendieran para ser capaces de apoyar el cuerpo entero de la mariposa que, con el tiempo, se encogería. Ninguna de estas cosas sucedieron.

De hecho, la mariposa pasó el resto de su vida arrastrándose con un cuerpo hinchado y con las alas encogidas. Nunca fue capaz de volar. Lo que no entendía el hombre, con toda su amabilidad, fue que el restringido capullo y los esfuerzos requeridos para pasar por la pequeña abertura eran la manera de obligar a que el fluido saliera del cuerpo de la mariposa y que entrara en sus alas para que estuviera preparada para volar una vez que hubiera conseguido su libertad del capullo. La libertad y el vuelo sólo podrían venir después de los esfuerzos. Quitándole a la mariposa sus esfuerzos le quitaron su posibilidades de sobrevivir en una nueva dimensión de la vida.

viernes, 21 de septiembre de 2012

HACIENDO LAS MISMAS COSAS
OBTENDRÁS LOS MISMOS RESULTADOS


Nasrudin amaba a una mujer que vivía en el otro extremo del desierto, así que decidió tomar un camello y dirigirse al encuentro de su amada. Partió al medio día, pero al atardecer se dio cuenta que el camello había dado una vuelta en círculo y había regresado al oasis donde él estaba. Así que decidió volver a intentarlo por la noche, porque tal vez –pensó- el camello no quería viajar al calor del medio día. Al llegar la noche emprendió nuevamente el viaje, pero al despuntar el alba, vio para su asombro que el camello había regresado nuevamente al oasis. Así que reflexionó: “evidentemente la amada del camello está en este oasis”. Así que abandonó su camello, se puso unos zapatos y encaró el desierto, porque para ir al encuentro de la Amada hay algo que dejar, una decisión que tomar y un camino que iniciar.


 La vida es más rica y generosa que
nuestra imaginación.

A pesar de ser un campesino muy pobre, tenía un
caballo extraordinario, tan fino que el señor
del castillo quería comprárselo, pero el viejo
labriego se rehusaba a vendérselo.
-Para mí, este caballo no es solamente un animal,
es un amigo. ¿Cómo puedo vender yo a un amigo?
Una mañana el labrador entró al establo y no
encontró a su caballo. Al enterarse, los
vecinos le dijeron:
- Te lo advertimos. Debiste haber vendido el
caballo, te negaste y ahora te lo robaron.
!Qué mala suerte tienes!
El viejo hombre les respondía:
- ¿Mala, o más bien buena suerte?
Todos se burlaban de él.
Dos semanas después, el caballo regresó
seguido de una manada de potros salvajes.
Su corcel había escapado detrás de una hermosa
yegua y retornaba ahora con la manada entera
siguiéndolos.
- ¡Qué suerte! -exclamaron los vecinos.
El viejo hombre inició entonces con su hijo
la tarea de domar los caballos. Una semana más
tarde, el muchacho se rompió una pierna entrenando
a los potros.
- ¡Qué infortunio! ¿Quién lo va a relevar, si no
tiene cómo contratar a un reemplazo? -comentaron
los vecinos.
El anciano les contestó:
- ¿Mala, o buena suerte?
Pasaron unas semanas, cuando de repente el ejército
real llegó al pueblo y enlistó a los jóvenes en sus
filas.
Todos fueron enrolados excepto el hijo del viejo,
quien no les interesó, porque tenía una pierna
fracturada.
- ¡Qué suerte tienes! -le dijeron los vecinos
llorando-. A nuestros hijos se los llevaron a la
guerra y probablemente morirán, mientras tu hijo
permanecerá contigo.
Conmovido, el viejo hombre replicó:
- Buena o mala suerte, ¿quién sabe? 

La vida es más rica y generosa que
nuestra imaginación. Todo lo que nos sucede, por muy
difícil y doloroso que sea, está cargado de tesoros
y posibilidades. Abre tu corazón y tu mente. Usa tu fuerza
y tu coraje para buscar lo mejor de cada situación. Así
harás más llevaderas las adversidades. Las podrás usar
para crecer y sobretodo contribuirás a tu felicidad y a
la de los tuyos. 

 

jueves, 20 de septiembre de 2012

"Los maestros de Gurdjieff"

PARA TODOS AQUELLOS Y AQUELLAS QUE BUSCAMOS:

Para los que leímos a Gurdjieff, Ouspensky, Gold, etc.
Para los que seguimos a los Buscadores de la Verdad, a las Danzas Sagradas, a los lectores del laberinto, a los de los Bardos...a muchos.
Para todos y para todas, una lectura recomendable:

"Los maestros de Gurdjieff" aporta una visión novelada, escrita con pasión, a los estudios sobre un hombre que quizá ha sido el más misterioso de este siglo, por lo enigmático del origen de su conocimiento.

Frente a la necesidad de descifrar tal misterio, Rafael Lefort se convierte en protagonista de un viaje a las fuentes de las que Gurdjieff bebió.

Esta asombrosa búsqueda lo pone en contacto con maestros sufíes, y condiscípulos del mismo Gurdjieff.

Relato vivo, apasionante y ameno, será de especial interés no sólo para quienes han sido sorprendidos por las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky, o con los escritos de Pawels y Bergier, Castaneda o Lobsang Rampa sino también para todos aquellos que tienen un interés más allá de los niveles cotidianos de la vida.

Se han escrito muchos libros sobre la enseñanza sufí en todos los idiomas y tratar de explicar su método sería poco provechoso ya que, realmente, no se trata de un sistema teórico de aprendizaje sino de una forma de vida que está más allá de la razón tal como nosotros la entendemos y practicamos.

No puede comprenderse sólo con el intelecto o la emoción, pero puede experimentarse.

Rafael Lefort, siguiendo los pasos de Gurdjieff en Oriente, nos acerca a una forma de trabajo duro y disciplinado que en nada se parece al método de enseñanza occidental, pero que puede ser una posibilidad de desarrollo real de la conciencia.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

LA FELICIDAD DE NO DEPENDER

La historia se refiere a un individuo que se mudó de aldea, en la India, y se encontró con lo que allí llaman un sennyasi. Este es un mendicante errante, una persona que, tras haber alcanzado la iluminación, comprende que el mundo entero es su hogar, el cielo su techo y Dios su Padre, que cuidará de él. Entonces se traslada de un lugar al otro. Tal como tú y yo nos trasladaríamos de una habitación a otra de nuestro hogar.
Al encontrarse con el sennyasi, el aldeano dijo:
"¡No lo puedo creer!

Anoche soñé con usted. Soñé que el Señor me decía:

-Mañana por la mañana abandonarás la aldea, hacia las once, y te encontrarás con este sennyasi errante- y aquí me encontré con usted."

"¿Qué más le dijo el Señor?" Preguntó el sennyasi.

Me dijo: "Si el hombre te da una piedra preciosa que posée, serás el hombre más rico del mundo ... ¿Me daría usted la piedra?"

Entonces el sennyasi revolvió en un pequeño zurrón que llevaba y dijo:
"¿Será ésta la piedra de la cual usted hablaba?"

El aldeano no podía dar crédito a sus ojos, porque era un diamante, el diamante más grande del mundo. "¿Podría quedármelo?"

"Por supuesto, puede conservarlo; lo encontré en un bosque. Es para usted."

Siguió su camino y se sentó bajo un árbol, en las afueras de la aldea. El aldeano tomó el diamante y ¡qué inmensa fue su dicha! Como lo es la nuestra el día en que obtenemos algo que realmente deseamos.

El aldeano en vez de ir a su hogar, se sentó bajo un árbol y permaneció todo el día sentado, sumido en meditación.

Al caer la tarde, se dirigió al árbol bajo el cual estaba sentado el sennyasi, le devolvió a éste el diamante y dijo: "¿Podría hacerme un favor?"

"¿Cuál?" le pregunto el sennyasi.

"Podría darme la riqueza que le permite a usted deshacerse de esta piedra preciosa tan fácilmente?" 


 

martes, 18 de septiembre de 2012

EL EFECTO 99.

EL EFECTO 99:


Esta era una vez un rey que estaba en busca de la felicidad ya que aún cuando tenía todos los placeres a su alcance debido a su inmensa riqueza, siempre se sentía vacio y nunca estaba satisfecho con lo que poseía. Tal era su infelicidad que admiraba a uno de sus sirvientes más pobres, que sin importar su condición económica, irradiaba dicha y gozo sincero por la vida. Motivado por lo anterior, fue con el sabio del reino a solicitar su consejo y le preguntó: ¿Cómo es posible que uno de mis sirvientes, aún siendo pobre sea más feliz que yo, el gran rey?
El sabio hizo una pausa y le contesto: Para poder explicarte la razón de tu infelicidad y de casi todos los hombres, necesito que comprendas EL EFECTO 99.
¿Y qué significa eso? pregunto el rey. Para que lo puedas comprender necesito que consigas un costal con 99 monedas de oro. Ya que lo hayas conseguido ven y podré explicarte. El Rey ni tardo ni perezoso fue de inmediato a conseguir lo que el sabio le había pedido y regresó con él. El sabio le dijo que lo que seguía para poder comprender EL EFECTO 99 era que siguieran a escondidas al sirviente hasta su casa, cosa que hicieron esa misma noche.
Cuando el sirviente entró a su casa, el sabio puso el costal con las 99 monedas en la entrada de su casa, tocó a la puerta y corrió a ocultarse junto con el rey.
Cuando el sirviente salió, vio el costal, lo recogió y se metió de nuevo a su hogar. El sabio y el rey prosiguieron a espiarlo desde la ventana.
Cuando abrió el costal, el sirviente quedó asombrado con su contenido, estaba encantado y sin perder tiempo comenzó a contar todas las monedas. Cuando terminó el conteo, se rascó intrigado la cabeza y comenzó de nuevo el conteo ya que él suponía que le hacía falta una moneda para completar las 100.
Al terminar el segundo recuento el sirviente se desesperó y comenzó a buscar debajo de la mesa sin rastro alguno de esa moneda perdida, por lo que comenzó a angustiarse.
Fue entonces cuando el sabio le dijo al Rey: Te das cuenta, eso es justamente a lo que me refería con el efecto 99. El sirviente, al igual que tú, han dejado de valorar la mayoría de sus bendiciones para enfocarse en los pequeños detalles que “creen” les hacen falta. En ello radica la infelicidad del ser humano.

lunes, 17 de septiembre de 2012

"El maestro me miró, clavo sus ojos en mí, 
no descubrió su interior, 
solo se mostró como un espejo que reflejaba mi interior, 
pude ver los universos que encierro através de su mirada".

 

sábado, 15 de septiembre de 2012

Estrella Aldebarán

Estrella Aldebarán


Aldebarán es la estrella más brillante de Taurus y representa el ojo del toro celeste. En sí mismo Taurus representa a un gran toro que defiende del gigante Orión, cuyo escudo asoma en la parte inferior del mapa estelar a las Pléyades, el cúmulo de astros situado en la parte superior. También hay quien entiende que Taurus representa en realidad a Júpiter disfrazado, para el rapto de Europa.
El nombre de la estrella viene de su nombre árabe Al Dabaran (El Perseguidor) o quizás de Na’ir al Dabaran (La más brillante del Perseguidor), nombre que se deriva de que Aldebarán sigue a las Pléyades en el movimiento diurno celeste. Ha sido considerada una estrella importante desde tiempos remotos. Para los babilonios era I-ku-u (La Estrella que conduce a las estrellas). Para los persas ya era Paha (El Perseguidor). Para los romanos se llamaba Palilicium, para conmemorar las Palililia, fiestas en honor del dios de los pastores y de la fundación de Roma. Es posible que Aldebarán sea también citada en la Biblia con el nombre de Kimah.







"No Amo a mis amigos con mi corazón ni con mi mente.
El CORAZÓN podrí detenerse, la MENTE puede olvidar.
Les amo con mi alma.
el ALMA ni se detiene o ni olvida."

Rumi
La Historia de MUSHKIL GUSHA


Había una vez, a menos de mil millas de aquí, un pobre leñador viudo que vivía con su pequeña hija. Todos los días iba a las montañas a cortar leña para hacer fuego, que traía a casa y que ataba en haces. Después de tomar el desayuno, caminaba hasta el pueblo más cercano, donde vendía la leña y descansaba un rato antes de regresar. Un día, al volver ya tarde a casa, la niña le dijo: -Padre, a veces deseo tener mejor comida, más cantidad y diferentes clases de cosas para comer-. -Muy bien mi niña-, dijo el viejo, -mañana me levantaré más temprano que de costumbre, iré más lejos en la montaña donde hay más leña y traeré una cantidad mucho mayor que la habitual-. Llegaré a casa más temprano y así podré atar la leña más rápido y luego iré al pueblo a venderla para que tengamos más dinero, y te traeré toda clase de cosas ricas para comer-.

A la mañana siguiente, el leñador se levantó antes del alba y se fue a las montañas. Trabajó duramente cortando leña, e hizo un enorme haz que acarreó sobre su espalda hasta la pequeña casa. Cuando llegó, todavía era muy temprano. Puso la carga en el suelo y golpeó la puerta diciendo: -Hija, hija, abre la puerta que tengo hambre y sed, y necesito comer algún alimento antes de ir al mercado-.

Pero la puerta permaneció cerrada. El leñador estaba tan cansado que se acostó en el suelo y pronto se quedó dormido al lado del atado de leña.

La niña, como había olvidado la conversación de la noche anterior, estaba profundamente dormida. Cuando el leñador se levantó, unas horas después, el sol ya estaba alto. Golpeó nuevamente la puerta y dijo: -Hija, hija, ven pronto. Debo comer algo e ir al mercado a vender la leña pues es ya mucho más tarde que los otros días-.

Como la niña había olvidado aquella conversación de la noche anterior, mientras tanto, se había levantado, arreglado la casa, y había salido a caminar. Dejó la casa cerrada suponiendo en su olvido que su padre estaba todavía en el pueblo. Fue así que el leñador se dijo: -Ya es demasiado tarde para ir a la ciudad, regresaré a las montañas y cortaré otro haz de leña, que llevaré a casa y mañana tendré doble carga para llevar al mercado-. Trabajó duro ese día en las montañas cortando leña y dando forma a la misma. Era de noche cuando llegó a su casa con la leña sobre los hombros.

Puso el atado detrás de la casa, golpeó la puerta y dijo: -Hija, hija, abre que estoy cansado y no he comido nada en todo el día. Tengo doble cantidad de leña que espero llevar mañana al mercado. Esta noche tengo que dormir bien, para sentirme fuerte-.

Pero no hubo respuesta, pues la niña, como sintió mucho sueño al regresar a su casa, se preparó la comida y se fue a la cama. Al principio estuvo preocupada por la ausencia de su padre, pero luego se tranquilizó pensando que se había quedado a pasar la noche en el pueblo.

Nuevamente el leñador al ver que no podía entrar en su casa, cansado, hambriento y sediento, se acostó al lado de la leña y de inmediato se quedó dormido. Le fue imposible permanecer despierto a pesar de la preocupación de lo que hubiera podido pasarle a su pequeña hija.

Entonces, el leñador, porque tenía tanto frío, tanta hambre y estaba tan cansado, despertó muy, muy temprano a la mañana siguiente, aún antes de que hubiera luz. Se sentó, miró a su alrededor, pero no pudo ver nada. Entonces ocurrió algo extraño. Le pareció escuchar una voz que decía: -Rápido, rápido, deja tu leña y ven aquí. Si lo necesitas mucho y deseas poco, tendrás una comida deliciosa-. El leñador se puso de pie y caminó en dirección hacia donde venía la voz. Anduvo, anduvo y anduvo, pero no encontró nada.

Entonces sintió más cansancio, frío y hambre que antes, y además se había perdido. Había tenido muchas esperanzas pero eso no parecía haberlo ayudado. Ahora se sintió triste, con ganas de llorar, pero se dio cuenta de que el llorar tampoco le ayudaría. Así es que se acostó y se durmió. Muy poco después despertó nuevamente, tenía demasiado frío y hambre para poder dormir. Fue entonces que se le ocurrió relatarse a sí mismo, como si fuera un cuento, todo lo que había ocurrido después de que su hija le había pedido una clase de comida diferente.

Tan pronto como terminó su historia, le pareció oír otra voz en algún lugar por encima suyo, como saliendo del amanecer, que decía: -Viejo hombre, viejo hombre, ¿qué haces tú sentado aquí?- -

Estoy contándome mi propia historia-, respondió el leñador. -Y, ¿cuál es?-. El leñador repitió su narración.

-Muy bien-, dijo la voz, y a continuación le indicó que cerrara los ojos y subiera un escalón-. Pero yo no veo ningún escalón-, dijo el viejo. -No importa, haz lo que te digo-, ordenó la voz. El hombre hizo lo que se le indicaba. Tan pronto hubo cerrado los ojos descubrió que estaba parado y, levantando el pie derecho, sintió que había algo como un escalón debajo de él.

Comenzó a subir lo que parecía ser una escalera. De repente los escalones empezaron a moverse, se movían muy rápidamente, y la voz le dijo: -No abras los ojos hasta que yo te lo indique-.

No había pasado mucho tiempo cuando le ordenó abrirlos. Al hacerlo se encontró en un lugar que parecía un desierto, con el sol quemante sobre él. Estaba rodeado de cantidades y cantidades de pequeñas piedras de todas clases: rojas, verdes, azules y blancas, pero parecía estar solo; miró a su alrededor y no pudo ver a nadie. Pero la voz comenzó a hablar de nuevo. -Toma todas las piedras que puedas, cierra los ojos y baja nuevamente los escalones-.

El leñador hizo lo que se le decía, y cuando abrió sus ojos por orden de la voz, se encontró parado delante de la puerta de su propia casa. Tocó la puerta y su hija le abrió. Ella le preguntó dónde había estado, y el padre le contó lo ocurrido; aunque la niña apenas entendía lo que él decía, porque todo le sonaba muy confuso.

Entraron a la casa y la pequeña niña y su padre compartieron lo último que les quedaba para comer: un puñado de dátiles secos. Cuando terminaron, el leñador creyó oír nuevamente la voz, una voz como la otra que le había dicho que subiera los escalones.

La voz dijo: -A pesar de que quizá tú aún no lo sabes, has sido salvado por Mushkil Gusha. Recuerda: Mushkil Gusha siempre está aquí. Asegúrate que todos los jueves en la noche comerás unos dátiles y darás otros a alguna persona necesitada, y contarás la historia de Mushkil Gusha.

De lo contrario harás un regalo en su nombre a alguien que ayude a los necesitados. Asegúrate de que la historia de Mushkil Gusha nunca, nunca, sea olvidada. Si tú haces esto y otro tanto hacen las personas a quienes tú cuentes esta historia, los que tengan verdadera necesidad siempre encontrarán su camino-.

El leñador puso todas las piedras que había traído del desierto en un rincón de su pequeña casa. Parecían simples piedras, y no supo qué hacer con ellas. Al día siguiente llevó sus dos enormes atados de leña al mercado y los vendió muy fácilmente, a muy buen precio. Al regresar a su casa llevó a su hija toda clase de exquisitos manjares que ella hasta entonces jamás había probado. Cuando terminaron de comer el viejo leñador dijo: -Ahora, te voy a contar toda la historia de Mushkil Gusha. Mushkil Gusha significa "El disipador de todas las dificultades". Nuestras dificultades han desaparecido a través de Mushkil Gusha y debemos siempre recordarlo.

Durante una semana, el hombre siguió como de costumbre. Fue a las montañas, trajo leña, comió algo, llevó la leña al mercado y la vendió. Siempre encontró un comprador sin dificultad.

Llegó el jueves siguiente y, como es común entre los hombres, el leñador olvidó contar la historia de Mushkil Gusha. Esa noche, ya tarde, se apagó el fuego en casa de los vecinos. Los vecinos no tenían nada con qué volver a encenderlo y fueron a casa del leñador y le dijeron: - Vecino, vecino, por favor danos un poco de fuego de esas maravillosas lámparas tuyas que vemos brillar a través de la ventana-. -¿Qué lámparas?-, preguntó el leñador. -Ven afuera y verás- , le respondieron. El leñador salió y vio claramente toda clase de luces que brillaban, desde adentro, a través de su ventana. Entró a la casa y vio que la luz salía del montón de pequeñas piedras que había colocado en un rincón. Pero los rayos de luz eran fríos y resultaba imposible emplearlos para encender fuego, así fue que salió y les dijo: -Vecinos, lo lamento, no tengo fuego- y cerró la puerta golpeándola en sus narices. Los vecinos se sintieron molestos y sorprendidos y regresaron a su casa refunfuñando. Y aquí ellos abandonan nuestra historia.

El leñador y su hija, rápidamente taparon las brillantes luces con cuanto trapo encontraron, por miedo de que alguien viera el tesoro que tenían. A la mañana siguiente, al destapar las piedras, descubrieron que eran luminosas piedras preciosas.

Una por una, fueron llevándolas a las ciudades de los alrededores, donde las vendieron a un enorme precio. El leñador resolvió entonces construir un espléndido palacio para él y su hija. Eligieron un lugar que quedaba justamente frente al castillo del rey de su país. Poco tiempo después había tomado forma un maravilloso edificio.

Ese rey, tenía una hija muy bella, que al despertar una mañana vio un castillo que parecía de cuento de hadas frente al de su padre, y quedó muy sorprendida. Preguntó a su servidumbre: - ¿Quién ha construido ese castillo? ¿Con qué derecho hacen algo así tan cerca de nuestro hogar?-. Los sirvientes salieron e investigaron y al regresar le contaron a la princesa la historia, hasta donde pudieron saberla.

La princesa entonces mandó llamar a la hija del leñador, pues estaba muy enojada, pero cuando las dos niñas se conocieron y hablaron, pronto se hicieron buenas amigas. Se veían todos los días e iban juntas a jugar a un arroyo, que había sido hecho para la princesa por su padre.

Algunos días después del primer encuentro, la princesa se quitó un hermoso y valioso collar, y lo colgó en un árbol próximo al arroyo. Al volver olvidó llevárselo y al llegar a casa pensó que lo había perdido. Mas la princesa, recapacitando, decidió que la hija del leñador se lo había robado. Se lo dijo a su padre, quien hizo arrestar al leñador, confiscó el castillo y le embargó todos sus bienes; el leñador fue puesto en prisión, y su hija fue internada en un orfelinato.

Como era costumbre en ese país, después de cierto tiempo, el leñador fue sacado de su celda y llevado a la plaza pública, donde se lo encadenó a un poste, con un letrero alrededor del cuello que decía: -Esto es lo que les ocurre a aquellos que roban a los reyes-.

Al principio, la gente se reunía a su alrededor, burlándose de él y tirándole cosas. El leñador se sentía muy desdichado.

Pero como es común entre los hombres, pronto se acostumbraron a ver al viejo sentado junto al poste y le prestaban cada vez menos atención. A veces le tiraban restos de comida, a veces no.

Un día escuchó decir a alguien, que era jueves por la tarde. Repentinamente, llegó a su mente el pensamiento de que pronto sería la noche de Mushkil Gusha, "El disipador de todas las dificultades", y que había olvidado conmemorarlo desde hacía tanto tiempo. Tan pronto como este pensamiento llegó a su mente, un hombre caritativo que pasaba le arrojó una pequeña moneda. El leñador lo llamó: -Generoso amigo, me has dado dinero que para mí no es de ninguna utilidad, si de alguna manera tu generosidad alcanzara para comprar uno o dos dátiles y venir a sentarte conmigo para comerlos, yo te quedaría eternamente agradecido.

El hombre fue y compró algunos dátiles, se sentó a su lado y comieron juntos. Al terminar, el leñador le contó la historia de Mushkil Gusha: -Creo que tú debes estar loco-, le dijo el hombre generoso. Pero era una persona comprensiva y a su vez tenía bastantes dificultades. Al llegar a su casa. Al llegar a su casa después de este incidente, encontró que todos sus problemas habían desaparecido. Y esto le hizo pensar más seriamente acerca de Mushkil Gusha. Pero él aquí deja nuestra historia.

A la mañana siguiente la princesa volvió al lugar donde se bañaba, y cuando estaba por entrar al agua, vio algo que parecía ser su collar en el fondo del arroyo. Pero en el momento que estaba por recogerlo estornudó, echó hacia atrás su cabeza, y vio que lo que había tomado por su collar era solo su reflejo en el agua. El collar estaba colgado en la rama del árbol, en el mismo lugar en el que lo había dejado hacía mucho tiempo. Tomándolo, corrió emocionada y le contó lo ocurrido al rey. Éste ordenó que el leñador fuera puesto en libertad, y que se le dieran públicas disculpas. La niña fue sacada del orfelinato y todos fueron felices por siempre.




Uno puede encontrar muchos caracoles de mar tirados en la playa,
podéis caminar sobre ellos sin daros cuenta, o, si lo deseáis, podéis llevaros algunos a casa.
¿Pero...y sobre las perlas? ¿Quién puede encontrar perlas tiradas en la playa?
Una vez que vosotros sepáis que las perlas pueden ser encontradas, ¿os contentaréis solo con caracoles? ¿Entonces para qué pedir caminos fáciles?......

Entre las perlas existe una variedad extremadamente valiosa de color rosa. Estas perlas rosadas son las más bellas, pero tan raras que son solamente encontradas en los palacios de los emperadores.

¿Quién puede encontrar estas perlas y subirlas a la superficie?
Muy pocos buceadores de perlas alguna vez encontraron una;
mucho menos colectores de caracoles marinos.

Pero el buceador que busca perlas rosadas, no se desanima por los peligros del buceo,
ni por la improbabilidad de encontrar alguna vez la ambicionada perla;
ya que él sabe que aunque encuentre una sola, habrá encontrado un tesoro invaluable.
No importa si vosotros entregáis vuestra vida en búsqueda de la verdad.
Al entregaros, obtendréis los frutos de la vida eterna.

Perlas Rosadas obra de Mawlana Sheikh Nazim