miércoles, 6 de mayo de 2015

DOS PRINCIPIOS DE EXISTENCIA.-



Hay que reconocer y distinguir entre dos procesos por los cuales un hombre puede cumplir su destino aquí en la tierra. El primero puede ser llamado: “trabajando desde afuera”, y comprende todas las acciones emprendidas por un hombre dirigidas hacia un ideal formado en él como resultado de las influencias externas. Tales acciones pueden abarcar desde conformarse a un código de comportamiento dictado por las convicciones religiosas o por las responsabilidades sociales, hasta la búsqueda de la transformación interna o liberación por medio de alguna disciplina espiritual auto-impuesta basada en los esfuerzos y sacrificios...


El segundo proceso puede ser llamado: “trabajando desde el interior”, y opera a partir de una fuente desde el interior del hombre mismo. En su verdadero sentido, trabajando desde el interior es la acción de la Gracia Divina operando en las profundidades del alma humana...

Esta distinción es muy antigua, y es el origen de todas las controversias teológicas concernientes a la salvación por las obras y la salvación por la fe. Nosotros podemos ver y conocer lo que significa ir por el camino de los esfuerzos y sufrimientos. Aun y cuando los esfuerzos estén dirigidos hacia la obtención de un correcto estado de conciencia, no son diferentes en su carácter esencial de los esfuerzos musculares hechos por un levantador de pesas. Todo esfuerzo requiere: atención, elección, decisión y persistencia, y éstas son operaciones de la voluntad del hombre. Es imposible reducir la acción de la Gracia a términos similares, porque no opera a partir de uno mismo sino por el libre consentimiento de la voluntad del hombre...

Para aquellos que estén familiarizados con la distinción entre el tiempo y la eternidad, es posible decir que todo trabajo desde afuera es temporal, pero que la acción de la Gracia es eterna y nunca puede ser observada como un evento. El hombre en su estado ordinario de conciencia es “ciego-a-la-eternidad”, y no se da cuenta de que existen diferentes niveles en la eternidad. Inconscientemente el hombre proyecta todas sus experiencias sobre el nivel de la sensación y del pensamiento, y eso crea la tendencia de creer en “trabajos” que pueden ser vistos, y no comprende la mera naturaleza de la “fe”.


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