domingo, 17 de mayo de 2015

CHARLAS CON GURDJIEFF


En otra de estas primeras charlas, alguien preguntó a Gurdjieff  sobre la inmortalidad personal. Su respuesta fue que la inmortalidad, como la individualidad, son cualidades que los seres humanos no poseen naturalmente; la mayoría de las personas están formadas por tal cúmulo de «yoes» que poco puede hacerse por evitar su desintegración total. La inmortalidad, como la individualidad, sólo pueden conseguirse mediante
un esfuerzo inmenso. 

Continuó diciendo que el hombre consta de cuatro cuerpos, cada uno de los cuales es más puro que el anterior. Son cuatro organismos independientes, que se interpenetran mutuamente.

El primero es nuestro cuerpo físico normal. El segundo es el cuerpo emocional, o astral (Gurdjieff también lo denominaba cuerpo natural). El tercero es el cuerpo espiritual. El cuarto es el «Amo», el «yo», el ego rector.
Pero, en la mayoría de las personas, este cuarto cuerpo no existe, o está tan subdesarrollado que resulta inútil. El cuerpo físico es el vehículo. El cuerpo emocional es el caballo. El cuerpo espiritual o mental es el cochero que se sienta al pescante. El «cuerpo divino», o «yo», es el amo del caballo y del carruaje. 

El problema de la mayor parte de seres humanos es que están totalmente dominados por sus cuerpos. El cuerpo es una máquina, un autómata impulsado por influencias externas que producen apetitos físicos. Estos apetitos, a su vez, influyen en nuestras emociones. Las emociones hacen que surjan en nosotros ciertos pensamientos. Y estos pensamientos y deseos cambiantes hacen aparecer una serie completa de «yoes» en conflicto. 

Las cosas deberían ser al contrario. El hombre que ha creado un «yo» real ejerce su fuerza de voluntad, la cual influye en sus pensamientos, que influyen en sus emociones, que, a su vez, influyen en su cuerpo... Así es como debería ser. 

En la siguiente charla, Gurdjieff explicó que las disciplinas religiosas tradicionales intentan alterar el vehículo, el caballo y el cochero. 

El hombre que dirige toda su energía a disciplinar este cuerpo físico recibe el nombre de faquir. Éste puede soportar padecimientos increíbles durante meses o años enteros para dominar el cuerpo. El monje prefiere actuar sobre sus emociones. Ayuna, reza, medita e intenta dominar susemociones y fijar su mente en Dios. El hombre que decide disciplinar la propia mente y alterar la naturaleza de su conciencia es denominado yogui. Estos tres caminos -los del faquir, el monje y el yogui- han sido desarrollados por los grandes maestros religiosos. Pero, según Gurdjieff, existe también un cuarto camino y éste es el que enseña su propio Sistema. Cabe denominarlo el camino del hombre astuto, del que está dispuesto a adoptar cualquier método que le lleve a su objetivo. Esto significa trabajar en los otros tres cuerpos -el carruaje, el caballo y el cochero- al mismo tiempo. Para seguir el cuarto camino, el hombre no precisa acudir a un monasterio o retirarse a las montañas; puede seguir llevando una vida totalmente normal, pero se concentra en una observación continua de sí mismo, que utiliza para intentar hacerse menos mecánico, menos robotizado.

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