lunes, 12 de noviembre de 2012

Por medio del agua damos vida a todas las cosas.

Nos han contado la siguiente anécdota, de lo más sutil, sucedida a un amante.

Este enamorado entró un día en la casa de un maestro espiritual que le habló del amor. El individuo en cuestión empezó a fundirse, a licuarse y a derramarse igual que un chorrillo de agua hasta el punto en que su cuerpo se disolvió por completo, se redujo a una pequeña cantidad de agua y se disgregó totalmente ante este jeque. Un amigo del maestro entro en aquel momento y no vio a nadie a su lado. Entonces le preguntó:
- ¿Pero donde esta fulano?Y el maestro le respondió:
- Es eso – señalando el agua y le comentó el estado en que estaba el enamorado.
Este es un caso de disolución extraordinaria y de una transformación sorprendente. El individuo empezó a perder su consistencia material hasta convertirse en agua, la sustancia original y principio de toda vida. Volvió a su condición, el agua, que lo vivifica todo, de acuerdo con este texto divino: Por medio del agua damos vida a todas las cosas.
Se deduce de este relato que el amante es el ser a través del cual viven toda las cosas.

Ibn 'Arabi

 

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